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La sucesion imperial

Año 312 de la Era del Fénix

 

Tras destacar en la rebelion de Evreamor, el Emperador Erveth Cindersky, había nombrado a su hijo, Hanzel, gobernador de la provincia de Earhia. Desde los tiempos del rey Essnol, era habitual que cuando alcanzara la mayoría de edad, el heredero al trono fuese nombrado gobernador de esa pequeña provincia para así formarse para cuando le tocará asumir el trono. Su capital, Sirehall, estaba cerca de la capital imperial, Khalut, de manera que si su presencia era requerida, podía estar allí en solo unas horas. Hanzel llevaba allí un año como gobernador, acompañado por su tía, Deiluz, que tras ocupar un puesto en el Consejo Imperial durante los reinados de su padre y su hermano, disfrutaba de un retiro dorado ejerciendo como supervisora del príncipe. No intervenía en las decisiones que tomaba Hanzel a menos que pidiera expresamente su consejo, pero el príncipe era perfectamente consciente de que informaba periódicamente a su padre acerca de su desempeño como gobernador. De Earhia llegaban dos informes al mes: El de Hanzel como gobernador y el de Deiluz informando de su desempeño.

 

Aquella tarde, Hanzel había estado supervisando el entrenamiento de una de las unidades del ejército apostadas en Sirehall. De entre todos, destacaba un joven capitán llamado ZaÄŸanos Ahsan, dos años mayor que el príncipe y con el que había hecho buenas migas. Habían combatido juntos en la rebelión de Evreamor y fue el propio príncipe el que le nombró capitán de su guardia. Era considerado el chico de oro del Ejército Imperial y pocos dudaban de que, en uno o dos años llegaría a general e incluso, ya empezaba a ser considerado como un candidato en potencia al puesto de Visir. Ya habia caido la noche y tanto Hanzel como Deiluz estaban disfrutando de la cena.

 

- La semana que viene, la tía Ohorve vendrá de visita, sobrino - le dijo Deiluz

 

Ohorve era la otra hermana de su padre y su tía favorita. Casada con el hijo mayor del único hijo superviviente del fallecido rey de Praeria, el segundo de los siete reinos conquistados hasta ahora, no se dejaba ver mucho por Khalut, ya que residía en Necall. A veces se preguntaba cómo sería la cosa si fuese ella y no Deiluz quien le estuviera supervisando, seguramente algo más tranquilo, pero igual de vigilante.

 

 

- ¿Ha mandado un cuervo? - preguntó Hanzel

- Esta tarde. Está en Khalut, pero aprovechará para venir a vernos - explico Deiluz

- ¿Vendrá padre? Es la primera vez en mucho tiempo que estaremos todos juntos - pregunto el príncipe

- La carta no decía nada, pero puedes estar seguro de que si - contestó su tía - A propósito de tu padre, esta de caza.

 

Sabía que había un bosque a mitad de camino entre Khalut y Steamburn al que a su padre le gustaba ir a cazar de vez en cuando. Si no fuese porque estaba allí, en Sirehall, se habría apuntado a la cacería.

 

- Apuesto que a la tía Ohorve no le habrá hecho mucha gracia tener que esperar a padre en palacio - dijo Hanzel - ¿Te importa comenzar con los preparativos de la visita? Mañana he de ir a Mitrura, así que al menos al principio, no puedo ocuparme.

- Por supuesto, sobrino - contestó - Yo empezare con todo eso

 

Pasaba la medianoche cuando tres golpes sonaron en la puerta. Hanzel ya estaba más dormido que despierto, pero eso no impidió que oyera los golpes. Al pie de la cama, de forma subita, aparecio Kylantha, la guardaespaldas del principe, adpotando una posicion defensiva.

 

- ¿Quién es? - pregunto, aun adormilado

- Soy yo, ZaÄŸanos - dijo su mayordomo - Alteza, un mensajero quiere verle con urgencia

- De acuerdo… Pasad - dijo el príncipe

 

Al reconocer la voz de ZaÄŸanos, y despues de que Hanzel asintiera con la cabeza, Kylantha desaparecio tan subitamente como habia aparecido. Siendo el quinto día de la semana, y conociendo a ZaÄŸanos, no sería de extrañar que acabara de volver del burdel, pero lo que le inquietaba era el mensajero, y más cuando entro en la habitación acompañado de ZaÄŸanos. Y por las pintas que tenía, había hecho un recorrido largo sin pararse mas que lo justo para hacer sus necesidades y comer un poco. Fuera, en el pasillo, estaba Zaahid, uno de los mayordomos.

 

- Trae un mensaje - le explico el albino

- Alteza, se requiere vuestra presencia en Khalut - anunció el mensajero extendiendo una carta

 

Que se requiriera su presencia en Khalut podía ser por varios motivos. Quizá por fin anunciaría sus planes para la guerra contra Vuvalon, Sainid y Khaba. Habían pasado 15 años desde que Egreland y Evreamor cayeron, así que era perfectamente posible. Aunque por alguna razón, algo le decía que eran malas noticias. En cuanto al sello, conocía el emblema y sabia quien la había escrito. Solo cinco personas en todo el Imperio tenían derecho a usar el fénix como emblema en las cartas: Su padre, su madre, sus tías y el. El color azul del sello indicaba que la carta la había escrito Ohorve, algo que quedó confirmado cuando abrió la carta y reconoció su letra. El contenido cayó como una bomba: Su padre había sido herido de gravedad por un Fovemee. Si su tía les había pedido que vinieran, es que no tenían muy claro que fuese a sobrevivir. Enseguida le entregó la carta al mayordomo.

 

- Zaahid, entrega el mensaje a mi tía, y tu, chico, vete a descansar, que el viaje que te has dado ha sido gordo - ordenó Hanzel, que de golpe estaba muy despierto - ZaÄŸanos, prepara los caballos y elige a dos hombres de la guardia, nos vamos en cuanto mi tía esté lista.

 

56 millas separaban Sirehall de Khalut, y los corceles sureños eran los adecuados para el desierto, por lo que si salían en una hora, llegarian a Khalut antes del alba, si no iban con una gran escolta. ZaÄŸanos y dos hombres más les acompañarían, de modo que, tras prepararse, los cinco tomaron el camino en dirección a Khalut. Motivos tenían para darse prisa, ya que la posibilidad de que, para cuando llegaran a la capital, el Emperador ya estuviera muerto no era descabellada.

 

El cielo ya empezaba a tomar el tono grisáceo previo al alba cuando la comitiva cruzó la Puerta de los Artesanos. Incluso con poca luz, el Palacio Imperial era fácilmente distinguible. Cuando llegaron a las puertas de palacio, Ohorve salió a recibirles y les puso al corriente de lo ocurrido.

 

- Odio los Fovemee - dijo Hanzel - Vale la pena cazarlos, pero pobre de ti como te enganche uno.

- Pues le enganchó de lleno - explicó el cirujano - Lo hemos llevado a mis dependencias, era arriesgado subirle a su dormitorio. Vais a ver como ha quedado

- Me parece correcto - dijo Deiluz

 

Hanzel, Deiluz, Ohorve y ZaÄŸanos entraron en las dependencias del cirujano e inmediatamente arrugaron la nariz, ya que la habitación olía a sangre y muerte. No necesitaban echarle mucha imaginación para saber que era algo grave, y más cuando Hanzel levantó la manta para revelar una herida que iba de la ingle al pezón. Aun cosida, tenían claro que era una herida mortal, la cuestión era cuánto iba a aguantar antes de que Vylelia lo reclamara. Allí, sentada en una silla, estaba sentada la Emperatriz Alyndra, la madrastra de Hanzel.

 

- Veo que habéis llegado - dijo Erveth - Ya habéis visto la muestra de aprecio que me dejo ese bicho.

- Nos hemos metido una buena cabalgada, por lo demás bien - dijo Deiluz - No se te puede dejar solo.

- El cabrón me dio de lleno, pero me lo cargue igualmente - contestó el Emperador - Salid todos, tengo que hablar con mi hijo

 

Alyndra, Deiluz, Ohorve, ZaÄŸanos y el cirujano se dieron la vuelta y abandonaron la habitación, de manera que solo Hanzel y su padre se quedaron a solas allí. El joven príncipe se sentó al lado de su padre, ocupando la silla que hasta unos segundos antes había ocupado su madre.

 

- La tia Deiluz tiene razón - dijo Hanzel girando los ojos - Te dejamos solo cinco minutos y mira la que lías.

- Callate, Hanzel. No creas que no se que me voy a morir. Con la muestra de aprecio que me ha dejado ese bicho, no hace falta ser muy listo para saber que me quedan dos o tres días. Voy a hacer que se ahorren esa chorrada de “El rey ha muerto, viva el rey” cuando me vaya a darle la tabarra a Tadithe - dijo su padre - Hanzel Cindersky, la corona te pertenece. Desde este momento eres el nuevo emperador. Ahora hay que hacerlo oficial, dile a tus tías que entren, y también el chico que ha entrado contigo antes.

 

Aun aturdido, Hanzel llamó a ZaÄŸanos, que entro acompañado por Deiluz y Ohorve. Cuando vio al albino, el soberano señaló la mesa del cirujano. ZaÄŸanos se fue ahí y de un cajón sacó papel, pluma y una botella de tinta

 

- Chico listo - le dijo el rey a ZaÄŸanos - Bien, abre las orejas, presta atención y escribe lo que te diga. Y coge también la tinta roja, va a hacer falta.

 

Con cierto esfuerzo, el emperador Erveth dictó su testamento y última voluntad, nombrando a Hanzel como nuevo Emperador con efecto inmediato. Una vez ZaÄŸanos acabó de escribir, el monarca firmó el documento, al igual que lo firmaron Deiluz, Ohorve y el propio ZaÄŸanos en calidad de testigos. Una vez lo firmaron, también fueron testigos de cómo ponía su sello en la cera roja que ZaÄŸanos se había encargado de poner en el documento

 

- Entrega esto al Consejo inmediatamente, hijo. Ahora, decidle a ese cirujano que me de algo para el dolor - dijo Erveth en tono de fastidio - Te toca gobernar, Hanzel. Sé que pondrás tu culo en el trono antes de lo que esperábamos todos, pero a tenor de lo que me ha contado tu tía, lo harás bien. Eso si, me da igual que sea en mi banquete funerario o en el de tu coronación, pero servid ese Fovemee y comeos a ese cabrón. Marchaos a descansar, que tenéis unas caras espantosas

- Mira quien habla - dijo ZaÄŸanos en voz baja

 

El enfermo lo oyó y debió hacerle gracia, porque soltó una sonora carcajada mientras los cuatro dejaban la habitación. En el pasillo solo estaban el mayordomo del Emperador y Alyndra, que clavo sus ojos de color ambar en su hijo, que en ese momento estaba dirigiendose al mayordomo.

 

- Quiero verlos a todos en la Sala del Consejo dentro de cinco minutos, también el jefe de heraldos - le susurro Hanzel

- ¿Es lo que yo creo que es? - dijo ella señalando la carta que ZaÄŸanos llevaba en la mano

- Lo es, madre - dijo Hanzel mirándola a los ojos

- Tu padre y yo hablábamos de este día, lo hacíamos cuando Deiluz nos contaba como lo hacías en Earhia. Decía que el Imperio estaría en buenas manos cuando él decidiera dejarlo - dijo ella abrazando a su hijo - Lo que no esperaba es que fuese a llegar tan pronto

- Nadie lo esperaba - contestó el azabache - ¿Os quedáis con el?

- Nos dijo que nos fuéramos a descansar - dijo Ohorve - Pero no nos vamos a perder la proclamación de nuestro sobrino.

- Alteza, le están esperando - dijo el mayordomo

 

En la sala del consejo, los diecisiete miembros del Consejo Imperial ya habían tomado asiento en la mesa del Consejo, la única silla vacía era la del Emperador. Todos se volvieron hacia Hanzel cuando entró escoltado por su madre, sus tías y ZaÄŸanos.

 

- El Emperador ha abdicado, señores - dijo Hanzel se cerró la puerta - Ha dictado testamento con la orden de que sea entregado inmediatamente al Consejo. Capitán ZaÄŸanos…

 

El albino se adelantó y entregó al Visir el pergamino que había escrito por orden de Erveth solo unos minutos antes.

 

- Muy bien, es el sello del Emperador y está intacto - dijo el Visir observando el sello antes de retirarlo - Nombra a su hijo Hanzel como Emperador de Nimuria con efecto inmediato… La firma es la del Emperador. Si los testigos están aquí, que den un paso al frente y digan sus nombres.

- ZaÄŸanos Ahsan, capitán de la guardia del príncipe Hanzel - dijo el albino

- Deiluz Cindersky, hermana del Emperador Erveth - dijo la mayor dando un paso al frente

- Ohorve Cindersky, hermana del Emperador Erveth - dijo la albina imitando a su hermana

 

El Visir conocía de sobra a las dos hermanas, pero confirmar la identidad de los testigos era algo necesario a la hora de hacer efectivas herencias, y más si se trataba de algo tan importante como la sucesión imperial. El propio Hanzel había sido firmado como testigo en el testamento de un noble de Earhia. Cuando murió, lo mandaron llamar para que acudiera a la residencia del noble a confirmar su identidad. Todo seguía las disposiciones legales en lo referente a los testamentos aprobadas por el Consejo Imperial, que requerían la firma de un mínimo de tres testigos, que debían estampar su firma en tinta roja y sus identidades confirmadas por un funcionario imperial, en este caso por el Visir.

 

- La firma del Emperador es auténtica y las identidades de los testigos han sido debidamente confirmadas. El documento es valido - dijo el Visir

 

Tras levantarse, se dirigió hacia donde estaba Hanzel y se arrodillo ante el, algo que imitaron los demás consejeros.

 

- Estamos a su servicio, Emperador - dijo el Visir

- Vamos a acabar esto rápido, llevan toda la noche en vela y creo que estamos de acuerdo en que estos días vamos a necesitar estar despejados - dijo Hanzel ocupando el asiento reservado al Emperador en la mesa del Consejo - Por favor, consejeros, sentaos.

 

Una vez se sentaron, todos miraron al Emperador con expectación. Hanzel sabia porque le miraban así. Esperaban que les confirmara en sus puestos, como solía hacerse cuando un nuevo Emperador subía al trono.

 

- Para empezar, quedáis todos confirmados en vuestros puestos - dijo Hanzel

- ¿Podemos comenzar, pues, con los preparativos para su coronación? - preguntó el Visir

- Podéis comenzar, pero tened claro que no habrá coronación hasta que haya muerto mi padre - dijo Hanzel - Así que, por el momento, una parte del consejo se ocupará de los preparativos para la coronación y la otra se ocupará de los preparativos para el funeral de mi padre. Jefe de heraldos, Consejero de Cultos, Consejero de Provincias.

 

Dos de los consejeros se levantaron de sus asientos y se acercaron al asiento imperial, al igual que hizo una tercera persona que permanecía de pie en el extremo opuesto de la sala.

 

- Que los heraldos anuncien lo ocurrido esta noche - dijo el Emperador - El consejero de cultos informará a los líderes religiosos del imperio. Y en cuanto al consejero de provincias, convocad a los gobernadores.

 

Tras oír las instrucciones, las tres personas abandonaron la sala a la vez que el Emperador se ponía en pie.

 

- Si no hay nada más que tratar, mis señores, pueden retirarse - dijo el monarca

 

Una vez el Emperador salió de la sala, se dirigió al dormitorio de su padre, el suyo ahora que era Emperador. Situado dos pisos por encima del salón del trono, era casi un apartamento, ya que allí, aparte de sus aposentos, el Emperador tenía un despacho, un baño privado y un amplio balcón con vistas a la ciudad. Era el dormitorio que todo Rey y Emperador de Nimuria había usado desde que el Palacio Imperial acabó de construirse en tiempos del rey Ardryll. Antes de meterse en la cama, Hanzel se asomó al balcón. El gris previo al alba ya empezaba a verse sustituido por un sutil tono anaranjado mientras que abajo, Khalut aun dormía, sin saber que, cuando la gente empezara a despertarse en unas horas, lo harían con un nuevo emperador. Se habían ido a dormir siendo gobernados por el Emperador Erveth y se levantarían gobernados por el Emperador Hanzel. Con ese pensamiento, se metió en la cama

 

Aun así, al azabache no dejaba de sorprenderle lo rápida y limpia que había sido la sucesión. En veinte minutos, su padre había hecho testamento cediendo la corona y el Consejo había confirmado su posición. En otros tiempos, ya bastante lejanos, cuando Nimuria comenzó a expandirse a costa de los reinos vecinos, antes incluso de que los Cindersky tomarán el trono, algo como lo que le habría ocurrido a su padre habría provocado una guerra civil. Lo había aprendido en sus lecciones de historia: En la dinastía anterior a los Cindersky, cualquier miembro varón de la familia real podía ocupar el trono, así que era costumbre que el que tuviera la suerte de llegar al trono, precisamente para evitar una guerra civil, ordenara el asesinato de sus hermanos, si los tenia. Si, se evitaba el riesgo de una guerra entre hermanos, pero también ponía la dinastía en la delgada línea roja, como ocurrió cuando a Essnol Cindersky, el primer rey de la Nimuria unificada. Le bastó con matar al rey para acabar con el linaje real, y obviamente, tomó nota, porque desde ese momento, estableció la primogenitura en la linea de sucesión: El primogénito, independientemente de que fuese hombre o mujer, heredaba primero el reino y posteriormente, el Imperio.

 

Despertó varias horas después, cuando una joven criada llamó a la puerta para servir el desayuno. Era su primer día como Emperador, pero tenia claro que las audiencias podían esperar a su coronación, así que, tras desayunar, decidio ir a ver a su padre. Apenas habia acabado de desayunar cuando entro una mujer de porte elegante y expresion severa. Era Freya, la secretaria privada de su padre, amiga de la infancia de su madrastra y, como bien sabia Han, era alguien con quien era mejor no tener problemas.

 

- Buenos dias, Majestad - dijo Freya

- Lo mismo digo, Freya - dijo Han - ¿Y la caja?

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Se referia a la "caja negra". Todos los documentos relevantes de los miembros del Consejo Imperial o que requerian la firma del monarca llegaban en una caja de madera negra cerrada con llave. Tambien en las cajas negras llegaban los informes de los gobernadores, por lo que Han sabia que sus informes como gobernador habian estado en esa caja. De las veces que habia estado presente cuando su padre habia recibido una de esas cajas sabia que las recibia cada mañana de manos del secretario privado, pero en esta ocasion, Freya no llevaba ninguna caja bajo el brazo.

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- El papeleo puede esperar a esta tarde, Majestad - dijo Freya en su habitual tono neutro - Podriamos empezar ahora, pero dado que ha estado un año lejos de la corte, me he tomado la libertad de convocar una reunion del Consejo Imperial para que le pongan al dia de todos los temas relevantes. Tiene 20 minutos para ver a su padre, despues iremos a la reunion.

- De acuerdo, Freya. Por el momento, seguiras en tu puesto como secretaria - dijo Hanzel - Oye, no tengo la llave de la caja

- Lo se, Majestad. No se preocupe, tengo mi copia - le dijo Freya en tono tranquilizador - Ademas, ya sabe que cuando hay emperador nuevo, se hacen cajas nuevas. En dos o tres dias tendra su llave.

 

Aunque la reunion

 

- Majestad, el Emperador Erveth nos ha dejado - dijo el Visir

Nos habrá dejado, pero ahora una cosa es segura: Va a darle muchos dolores de cabeza a Tadithe - dijo Hanzel - Reúne al Consejo y que suenen las campanas.

 

El cadáver del Emperador Erveth estuvo expuesto al pie del Trono de Obsidiana durante tres días antes de ser llevado al Panteón de los Emperadores y, tal como pidió, el Fovemee que acabó con el fue servido en el banquete funerario. Tres días después del funeral, tuvo lugar la coronación de Hanzel, al anochecer, como marcaba la tradición.

 

Aquella mañana se levantó temprano y enseguida se vistió con las ropas de gala. Ese era realmente su primer día como Emperador, ya que la flor y nata de Nimuria iba a desfilar por el salón del trono para renovar los juramentos de lealtad. Recorrió un pasadizo que comunicaba sus aposentos directamente con la sala del trono, y cerca del final, flanqueando el trono, vio a su madre y a sus tías flanqueando el trono, así que hizo una señal que fue replicada por Nabeela. Tras una breve fanfarria de las trompetas, hizo su entrada en el salón del trono y el jefe de heraldos dijo unas palabras que, a pesar de que llevaba una semana con el título, le sonaron extrañas.

 

Su Majestad Imperial, Hanzel Cindersky, Soberano del Imperio de Nimuria

 

Una vez sentado en el Trono de Obsidiana, el heraldo, situado al pie de la plataforma, saco una lista y empezó a decir nombres. Los primeros en entrar y prosternarse ante el monarca fueron los consejeros, el comandante y los cinco capitanes de la Guardia de la Ciudad y después de eso, fueron desfilando los gobernadores de 6 de las 7 regiones, las cuatro areas especiales y de 62 de las 63 provincias del Imperio. Al no tener Earhia gobernador, tenia que nombrar uno, le había recordado el Consejero de Provincias, así que decidió esperar a acabar la ceremonia. Tras los gobernadores, fueron desfilando los principales nobles de la ciudad y de Nimuria. Solo cuando el heraldo cerró la lista se relajo el ambiente y el Emperador bajó de la plataforma para ser parte de los corrillos.

 

- Ven a mis estancias al crepúsculo - le dijo Hanzel a su tia Deiluz

 

Entre los asistentes, Hanzel reconoció los emblemas de Embergia, Babu y Aram. El Consejero de los Rumores ya le había avisado de aquello: Esos tres países, de los cuales dos compartían fronteras con Nimuria, estaban al borde de la guerra y habían decidido enviar embajadores a Khalut. Hanzel podía imaginarse a qué venían unos y otros: El de Embergia, a asegurarse de que Nimuria mantenía el tratado de paz que firmó su padre quince años antes. Los emisarios de Babu y Aram estaban allí para asegurarse, en el peor de los casos, de que Nimuria permaneciera neutral. Hanzel ya tenía claro lo que iba a hacer, y se lo iba a decir al Consejo: Su intención era renovar el tratado de paz con Embergia y siempre y cuando Nimuria no se viera afectada, mantenerse neutral en caso de conflicto. En ese momento, Hanzel no tenía ningún interés en expandirse hacia el este, al menos de momento, su vista estaba puesta en el noroeste, en Vuvalon, Sainid y Khaba. Primero se encargaría de esos tres reinos y ya mas adelante iría hacia el este, todo a su tiempo.

 

- Comunica a los embajadores que los recibiré mañana por la mañana por separado - le dijo Hanzel al Visir - Que sean alojados en el Torreón del Mar. Y que los consejeros sepan que nos reuniremos mañana a las cinco de la tarde.

 

Cuando ya acabó todo, Hanzel se retiró a sus aposentos a comer algo. El Visir se reunió con él para preparar la reunión con los embajadores del día siguiente y fue el primero al que comunicó su primera decisión formal como Emperador. Dado que el puesto de gobernador de la región de Earhia había quedado vacante debido a su coronación como Emperador, había decidido darle el puesto a Deiluz, una decisión que le comunicó personalmente a su tía.

 

- Earhia es la plaza tradicional de los Cindersky, tía - explico Hanzel - Has servido en los consejos de mi abuelo y de mi padre, estás más que cualificada para ser gobernadora.

- No te fallare, Majestad - dijo Deiluz llevándose una mano al pecho

- Por favor, tía. Seré el Emperador, pero en privado, sigo siendo tu sobrino - contestó Hanzel esbozando una sonrisa.

- Ese es un buen comienzo, sobrino - dijo Deiluz - No cambies nunca, Hanzel

 

Tras eso, Deiluz se marchó de la habitación de Hanzel, el cual apago las velas con un chasquido. Al dia siguiente comenzaría el trabajo de verdad.

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